
La cuenta regresiva comienza: Bogotá se alista para la Sube Monserrate 2025
Este sábado 5 de abril, más de 2.000 corredores tomarán el reto de ascender a la cima de Monserrate en una de las competencias más exigentes y emblemáticas de la ciudad.
Cada domingo y festivo, Bogotá se transforma. Las avenidas principales, que en los días hábiles son dominio exclusivo de los carros, se convierten en un espacio donde familias, amigos y personas de todas las edades comparten un lugar para caminar, trotar, patinar, montar bicicleta y disfrutar de la ciudad desde una perspectiva completamente diferente. La Ciclovía, que cumple 50 años, es mucho más que un evento semanal: es un símbolo de la identidad bogotana, un espacio de encuentro y un legado que ha cruzado fronteras, inspirando a ciudades de todo el mundo.
Para Sofía Argáez, una joven de 24 años nacida y criada en la capital colombiana, la Ciclovía ha sido una constante en su vida. “Es un espacio sagrado”, comenta emocionada. “Desde que tengo cuatro años vengo con mi familia. Este lugar me recuerda mi niñez, mi adolescencia y sigue siendo un sitio especial donde me conecto con mi ciudad y conmigo misma”. Este domingo, Sofía no solo estuvo acompañada de su madre y hermana, sino que también trajo consigo a su tío Jorge Gordillo, quien reside en México y visita la ciudad por primera vez.
“Es una iniciativa espectacular”, resalta Jorge mientras observaba cómo los ciclistas, patinadores y peatones llenaban la avenida. “La familia es el centro de nuestras culturas hermanas, y un lugar como éste fomenta ese vínculo. En México tenemos algo similar, pero ver la magnitud y la energía de la Ciclovía de Bogotá es inspirador. Es algo que debemos seguir respaldando”. Su hija Valentina también compartió su impresión: “Es una experiencia muy bonita, se siente cómo la gente disfruta, ves la ciudad y compartes con los tuyos. Es una experiencia única”.
La experiencia de los visitantes extranjeros resalta la universalidad del concepto de la Ciclovía y su impacto global. Desde que la ciudad de Zapopan, en México, adoptó el modelo bogotano en 1980, más de 200 ciudades en el mundo, incluidas Nueva York, Ciudad de México, Santiago de Chile y Copenhague, han implementado iniciativas similares. Los programas de “Calles Abiertas” y “Domingos sin coches” son testimonio del poder transformador de esta idea, promoviendo la movilidad sostenible, la recreación y el bienestar urbano.
Otro testimonio fascinante proviene de José Yu y su esposa An, una pareja de origen chino que también disfruta la Ciclovía cada fin de semana. Para José, que vive en una ciudad de nueve millones de habitantes, la diferencia fue evidente. “En China, tenemos mucha presión de trabajo. Todo es trabajo, trabajo, trabajo. Acá en Bogotá, sientes que hay un equilibrio: trabajo, pero también tiempo para disfrutar de la vida”, comenta mientras observaba cómo las familias pasean en bicicleta y se detienen en los puntos de hidratación o puestos salpicón, fruta, mazorca y comida típica.
El clima también marcó una gran diferencia para José y An. “En nuestra ciudad, los inviernos son extremos. Aquí, el clima es fresco, perfecto para actividades al aire libre. Me encanta ver cómo las personas aprovechan este espacio para hacer ejercicio y compartir. Incluso mi esposa, que no suele hacer actividad física, se sintió motivada al ver cómo la gente aquí se mueve, disfruta y cuida su salud”.
La pareja también notó una influencia directa de Bogotá en algunos cambios recientes en China. “En ciudades grandes como Pekín, hemos empezado a ver programas que promueven actividades al aire libre y menos dependencia del carro. Es evidente que el modelo de Bogotá ha inspirado a otras urbes, incluso en Asia”, señaló José. Al finalizar, quiso enviar un mensaje a los bogotanos: “Este espacio es especial. Deben cuidarlo y mantenerlo. Es un hábito que vale la pena preservar”.
La Ciclovía no solo es un lugar de encuentro local, sino un puente cultural que conecta a Bogotá con el mundo. Es un recordatorio de que las grandes ideas pueden surgir de la necesidad de transformar espacios y de la búsqueda de una vida mejor para todos. Como afirma Diana Múnera, madre de Sofía: “Este es un medio gratuito que debemos cuidar y aprovechar. Es nuestra ciudad, y hay que retribuirle respetándola y haciendo uso de estos espacios”.
A 50 años de su creación, la Ciclovía es un símbolo de Bogotá, una herramienta de transformación urbana y un ejemplo para el mundo, al ser el parque lineal temporal más grande de América Latina. En cada pedalazo, en cada paso y en cada sonrisa se escribe una historia de inclusión, bienestar y sostenibilidad, porque Bogotá es mi Ciudad, mi Casa.
FEDERICO SÁNCHEZ RUCINQUE
OFICINA ASESORA DE COMUNICACIONES IDRD – BOLETÍN 323
Este sábado 5 de abril, más de 2.000 corredores tomarán el reto de ascender a la cima de Monserrate en una de las competencias más exigentes y emblemáticas de la ciudad.